Con la solemnidad de Pentecostés, la Liturgia retoma lo que llamamos "Tiempo Ordinario" en su segunda parte:
- la primera parte se celebró a partir del Bautismo del Señor hasta el miércoles de Ceniza;
- ahora celebraremos, de forma continuada, todos los domingos y semanas del Tiempo Ordinario hasta la Fiesta de Cristo Rey, con la que se cerrará el presente año litúrgico para dar comienzo al siguiente, el 1 de diciembre, I Domingo de Adviento.
“Tiempo ordinario" no significa un período del año litúrgico anodino y
sin importancia especial. Es más, podemos decir que, en cierto sentido, fue
históricamente el primero con la celebración de la Eucaristía, la
"fracción del pan", cada domingo. Desde aquí se fue organizando, con el
paso de los años y los siglos, el año litúrgico, y fueron naciendo los tiempos
llamados “fuertes”, las solemnidades y las fiestas.
A lo largo del presente tiempo ordinario
escucharemos la Palabra del Señor correspondiente al ciclo "A", en el
que se proclama el evangelio de san Mateo, y con la ofrenda del
Sacrificio pascual de Cristo en la Eucaristía, seguiremos haciendo memoria viva
y actualizada del Misterio central de nuestra fe cristiana: el Misterio de la
muerte y resurrección del Señor Jesús.