Concepción, soy ministra de la Sagrada
Comunión en mi parroquia y estoy a cargo de nuestra formación, ¿podrías
ayudarme con indicaciones sobre nuestro trabajo en la Misa y, especialmente,
indicaciones, recomendaciones y sugerencias para nuestro trabajo con los
enfermos?
Aída Midence
Iglesia Santo Domingo Savio
Tegucigalpa, Honduras
¡Enhorabuena
por el ministerio que estás llamada a realizar en tu parroquia!
Es
un servicio eclesial. Es también ejercicio de tu sacerdocio bautismal, que el
Señor te concede poder realizar al servicio de tus hermanas y hermanos de la comunidad parroquial. Todo esto te dice
la hermosura del “ministerio” como “ministra de la sagrada Comunión”. Ministra
”extraordinaria”, puesto que el Ministro ordinario es siempre el sacerdote, el
presbítero o el diácono.
Te
deseo, ante todo, que lo ejerzas siempre con gozo y dignidad. Y estoy segura
que sí.
Con
tranquilidad, sosiego, paz; que ayude también a quienes te ven o reciben tu
servicio a comprender la grandeza del Misterio eucarístico en el que Jesús se
ofrece por nosotros en el sacrificio eucarístico, se nos comunica como “Cuerpo
entregado” y “Sangre derramada por nosotros”, y como Señor nuestro y nuestro
Dios para ser adorado.
Puedes
recordar, para tu formación teológica y espiritual, que san Juan, en el
capítulo 13 de su Evangelio narra el gesto significativo del “lavatorio de los
pies” a los apóstoles por parte de Jesús Maestro en vez de narrar la institución de la Eucaristía. Y es
que el misterio eucarístico es “servicio”; en la Eucaristía Jesús es supremo
Maestro de servicio y entrega a los demás, a nosotros y a nosotras.
Para
tu formación, para la comprensión más profunda y también espiritual de la
Eucaristía, te sugiero que leas atentamente la encíclica que Juan Pablo II acaba
de promulgar en el jueves santo de este año sobre “La Iglesia vive de la
Eucaristía”.
De
la comprensión del Misterio eucarístico nacerá también vuestro comportamiento
ante y con la Eucaristía, también en la sagrada Comunión a los enfermos. Además
del amor y respeto a la santa Eucaristía, se requiere un gran amor y respeto a
cada enfermo. Que sea una visita “personal”, donde des importancia a la
delicadeza, atención y escucha del paciente. Junto con la presencia sacramental
del Señor Jesús, lleva tu presencia de mujer entregada, que descubre a Jesús en
la persona del enfermo o enferma que visitas.
Normas
más detalladas ciertamente te y os las habrá dado el párroco al confiaros el
ministerio de visita a los enfermos y de ministra de la Comunión.
Siéntete
agraciada y vive con gozo tu ministerio.