"Si decís que el pan y
el vino consagrados son verdadera carne y verdadera sangre, ¿entonces los
católicos son antropófagos?".
¿Cómo contestamos a esta
pregunta si alguien que fuera férreo protestante o ateo nos la planteara? Por
favor, me gustaría que incluyeras fundamentos teológicos y bíblicos. Gracias.
Julio
César Ribera López
Los católicos creemos como verdad de fe que
Cristo Jesús está presente con su Cuerpo y Sangre en el Sacramento de la
Eucaristía.
La presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía ha sido definida por el Concilio de Trento: se
trata de una presencia “verdadera, real, sustancial”.
Cuando
creemos y afirmamos esta verdad, estamos muy lejos del “craso realismo o
cafarnaitismo” (cf. Pacasio Radberto), así como del puro “imbolismo
sacramental” casi se tratase de una presencia puramente “simbólica” (cf.
Berengario de Tours).
Pero,
puesto que en estas consultas de nuestra p. web nos movemos sobre todo en la
vertiente litúrgica, más que en la dogmática – que, sin embargo, sigue estando
siempre en la base junto con la Escritura - creo que es fundamental tener en
cuenta, para la correcta comprensión de la liturgia y de la Eucaristía de
manera especialísima, la dimensión de la sacramentalidad.
Decimos
que la Eucaristía “es el sacramento del sacrificio de Cristo”, el “memorial”
que lo renueva y actualiza, en el sacramento, es decir bajo las
especies, los signos del pan y del vino, por la acción del Espíritu Santo y las
palabras de la “consagración”.
La sagrada eucaristía
es, pues, “el Cuerpo de Cristo entregado”, su “Sangre derramada por todos los
hombres para el perdón de los pecados”, bajo los signos sacramentales – “las
especies” o “accidentes”, como decían los Escolásticos – del pan y del vino,
sobre los que en la celebración eucarística el presbítero celebrante ha
pronunciado el relato de la institución de la eucaristía y ha invocado la
presencia operante del Espíritu Santo “para que se conviertan para nosotros en
el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo nuestro Señor”.
El “realismo” de la
Eucaristía nada tiene que ver con la “antropofagia”. Cristo está
realmente presente en el Misterio eucarístico, bajo el signo sensible del pan y
del vino; es él quien “se entrega” por nosotros, en obediencia al Padre, él
quien se nos da en alimento y fuerza,
quien permanece en nuestros sagrarios principalmente para comunión y viático de
los enfermos y moribundos, y también para ser nuestro compañero de camino en la
vida.
El discurso sobre el Pan de
vida que la Iglesia proclama precisamente en estos domingos del Tiempo
ordinario (cf. Jn 6) habla con insistencia de “comer la carne”, “beber
la sangre”, usando el lenguaje realístico – sacramental propio del evangelio
según san Juan. Se puede leer con fruto un buen comentario a todo el cuarto
evangelio, especialmente al capítulo 6.
En la Eucaristía, comemos el
sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; comulgamos en Cristo, en
sus actitudes, para que Cristo Jesús tome posesión de nuestro ser, de nuestra
vida, hasta que lleguemos a ir haciendo realidad en nosotros la afirmación de
san Pablo: “Es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20).
No creo que haya dificultad
particular para hablar del tema con los hermanos protestantes: se van dando
pasos muy buenos en la mutua aceptación de los diferentes puntos de vista sobre
la teología eucarística, aunque no hayamos llegado a la “unidad” deseada por
Cristo y por todas las Iglesias cristianas.
En cuanto al hermano “ateo”,
hay que reconocer que antes de hablar de la Eucaristía, tenemos que poner las
bases de la fe, don de Dios, sin la cual es imposible comprender los
sacramentos de la Iglesia.
Testimonios bíblicos: los relatos de la
institución de la Eucaristía en los Sinópticos, (Mt26, 26-28; Mc 14, 22-25; Lc
22, 17-20), en 1 Cor 11, 23-26 y en el c. 6 del evangelio de Juan.
Testimonios teológicos: Puesto que hicimos referencia especial a la
clave “litúrgica”, se pueden ver con provecho, por ejemplo , entre otras, las
voces “Eucaristía, Misterio, Memorial” en el Nuevo Diccionario de
Liturgia. Ed. San Pablo
Y, para citar sólo un
estudio reciente, entre los muchos que tratan sobre el Misterio eucarístico: J.
Aldazábal, La Eucaristía, Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona 1999.